Por Alan Vaccaro, becado por la Asociación Internacional de la Prensa Deportiva (AIPS) mediante el Círculo de Periodistas Deportivos del Uruguay (CPDU).

 

Doha, Qatar – Para organizar un gran evento y hospedar a una Federación completa se necesita, además de excelentes establecimientos, un operativo de seguridad confiable y hermético.

 

Y así lo parece ser Doha, o al menos por algo FINA confía tanto en albergar por primera vez en la historia la Convención junto con los Campeonatos mundiales en la misma ciudad. El gobierno se encarga de darle la máxima seguridad al mundo acuático, que involucra altos jerarcas y dirigentes deportivos y políticos de todas partes del mundo, además de los atletas.

 

En el Hotel Ritz, bunker de la FINA, los agentes se niegan a hablar. No lo tienen permitido. Un poco por su poco manejo del inglés y otro por orden de un Jefe que no está en escena. Ni siquiera dar detalles. ¨En Qatar se manejan así¨, dejó escapar uno de los guardias, de vestimenta formal y con apenas un intercomunicador en su oreja izquierda.

 

Por hotel, son entre 20 y 25 los agentes que se encargan de mantener el orden, sumados a la seguridad que ya de por sí ofrece el hotel comúnmente.

 

Antes del comienzo de las conferencias se llevó a cabo un operativo con perros en busca de cualquier peligro para los presentes. Guardias vigilan todas las puertas internas de acceso al jardín del hotel y apenas un solo detector de metales y rayos X en la principal entrada, donde todos deben pasar obligatoriamente su equipaje de mano.

 

Dentro del hotel, solamente se encuentran folletos referentes a la seguridad en los estadios deportivos, donde se da indicaciones de las conductas y posturas a tomar durante los eventos deportivos.

 

El folleto dice que su principal función es ¨asegurar la seguridad en el lugar del evento¨, ¨preservar la propiedad pública¨ y ¨evitar cualquier daño mientras los fanáticos disfrutan de las actividades deportivas¨.

 

El operativo no asusta. Es ¨silencioso¨, o al menos así lo mantienen los qataríes, con el fin de que nada se les escape de las manos.