Lo primero que surge es felicitar a jugadores e hinchas del Defensor Sporting Club por la histórica campaña en esta Copa Libertadores. Fue enorme y conmovedor lo de Andrés Fleurquin, de galera lo de Nicolás Olivera, increíble lo de Felipe Gedoz. Poco faltó.

 

El mismo “Nico”, inmóvil, con la mirada perdida reflejó la imagen del final. Cierto es que Defensor se fue eliminado en semifinales, pero eso sí: no vencido. No hay nada que el equipo violeta pueda reprocharse. Empujado por sus referentes, sumado al fútbol exquisito de sus jóvenes, no pasó a la final porque no ligó y no jugó mejor en Paraguay.

 

Ignacio Risso, Ramón Arias, Mathias Cardacio y otros tantos fueron pilares de un equipo que mereció la final. Esto debe ser reconocido. Ojalá esta magistral campaña motive y derribe cuanto mito hay en la vuelta. Sobre todo lo de la edad y el “no se puede”. Al club todo, gracias por volver a poner al fútbol uruguayo en primera plana. Ojalá haya revancha.

 

No habrá consuelo para los jugadores, para sus socios, hinchas y dirigentes. Cualquier cosa que les digamos será en vano. Sólo queda sufrir. Pero que se queden bien tranquilos que fue enorme lo forjado. Cómo bien escribió Diego Latorre en su momento, “es muy finita la línea entre la victoria y la derrota como para andar teorizando”. ¡Tuerto, salú!

 

Por Juan José Peyrallo (Aguanten Che: El portal de Fútbol Uruguayo e Internacional). Foto: Asociación Uruguaya de Fútbol.